PAUL VALÉRY: LOS ORÍGENES DE LA POESÍA PURA
Paul Valéry nació en Sète, un pueblo de la costa mediterránea francesa, en 1871. A los 18 años, al mismo tiempo que comenzaba sus estudios de Derecho, publicó sus primeros versos, de estilo simbolista, en una revista de Marsella y poco después, ya en París, entró en contacto con el círculo poético de Mallarmé, poeta por el que sentirá un profundo respeto durante toda su vida.
En 1892, en Génova, de donde era natural su madre, sufrió lo que él describe como una gran crisis existencial, que le llevó a rechazar el estilo poético decorativo que había utilizado hasta entonces, en la línea más típica del Simbolismo finisecular, para consagrarse a “la vida del espíritu”. Como resultado de esa experiencia íntima, Valéry decidió alejar de sí los “ídolos” de la existencia, como él los llamaba. El primero de todos, el ídolo del amor; después, la literatura, la religión, en resumen, el recurso a la emotividad, que destruía el equilibrio de la inteligencia. Pero a continuación, eligió como punto estable para construir una nueva vida y, dentro de ella, una nueva forma de escribir, el intelecto, el ídolo intelecto. Desde ese punto de vista, para él ya no tendría importancia esencial el contenido, que sería solamente vanidad, sino el tratamiento cognitivo del tema, la profundización en la esencia del pensamiento y de sus manifestaciones lingüísticas. De cualquier modo, y como resultaría imposible prescindir totalmente de un contenido, resolvió al menos estar siempre más allá de las necesidades o de las urgencias típicas del escritor: la mayor parte de su producción literaria se fue consolidando poco a poco a partir de meditaciones e investigaciones intelectuales desarrolladas de madrugada, sobre una pequeña pizarra, durante veinte años, sin intención de ser publicadas. No es que Valéry rechace la poesía lírica, pues fue esta, realmente, la que lo convirtió en un escritor famoso, sino que considera que “cualquier poema que no tenga la precisión exacta de la prosa no vale nada”.
En 1894 Valéry se instala en París donde comienza a trabajar en el Ministerio de la Guerra. Muy pronto, de acuerdo con su nueva forma de entender la vida, se va alejando de la escritura poética para consagrarse al conocimiento del mundo y de sí mismo. A la vez, su vida pasa por una etapa de gran desorientación que le lleva a trasladarse durante un tiempo a Londres, donde incluso está a punto de suicidarse. Entre 1900 y 1922, mientras se dedica profesionalmente a su trabajo de oficinista, se entrega cada madrugada a la redacción de sus Cahiers, recopilación intelectual y sicológica de la que lo esencial no se publicó hasta después de su muerte.
En 1900 Valéry se casa con Jeannie Gobillard y se instala definitivamente en París, donde acude a las tertulias de Stéphane Mallarmé. Se mueve en ese ambiente poético del último Simbolismo pero sin decidirse en ningún momento a publicar nada. Solo en 1917, bajo la influencia de André Gide, Valéry retoma la creación poética con su primera gran obra, La joven Parca, un poema de más de 500 versos al que había consagrado cuatro años. La obra presenta el monólogo interior de una joven que se enfrenta a un combate entre el cuerpo y el espíritu.
Otro gran poema le sigue en 1920, El cementerio marino, considerado desde su aparición una de las obras poéticas más importantes del siglo XX, y luego una recopilación de toda su poesía, Charmes, en 1922. El cementerio marino, concebido como una especie de sinfonía cuyas frases melódicas resonaban en el interior del poeta, semejaba en sus inicios un marco sonoro dentro del cual se encuadraban imágenes flotantes. Según propia confesión, la más nítida de éstas era una visión de su juventud, una colina alargada que dominaba su ciudad natal y concluía en el rectángulo del cementerio, llamado desde siempre, por la vista del mar que desde allí se tenía, “el cementerio marino”. Siempre bajo la influencia de Mallarmé, Valéry privilegió en su poesía la maestría formal por encima del sentimiento y la inspiración y con su gran poemario consiguió dar forma a un modelo estético de inmensa importancia en la lírica europea del siglo XX, la “poesía pura”.
A partir de aquí y durante los años 20, Valéry se convierte en un poeta inmensamente célebre, se le considera el poeta francés vivo más importante de su tiempo y es elegido miembro de la Academia francesa ya en 1925. También se le nombró Comendador de la Legión de Honor e incluso, en 1937, se creó para él la cátedra de Poética del Colegio de Francia.
En su madurez, durante la II Guerra Mundial, su vida personal y pública resulta inusualmente agitada. En el aspecto íntimo, durante los últimos años de su vida Paul Valéry vivió una secreta relación sentimental con Jeanne Loviton, una abogada treinta y dos años más joven, que escribía novelas con el seudónimo de Jean Voilier. Este romance le inspiró a Valéry la escritura de centenares de poemas de amor a los que tituló Corona & Coronilla, en español. Al mismo tiempo, durante la Ocupación, Paul Valéry pierde el puesto de secretario de la Academia Francesa por negarse a colaborar con las autorizades filonazis. Finalmente, para algunos biógrafos del poeta el que su amante lo abandonara sumió a Valéry en la tristeza y fue una causa importante de su muerte, ocurrida solo dos meses después del final de la guerra, en julio de 1945. Miembro del Frente Nacional de la Resistencia, tras sus funerales nacionales, ordenados por el propio Charles de Gaulle, Paul Valéry fue enterrado en Sète, en el cementerio marino que había celebrado en su poema y que les había hecho mundialmente famosos tanto a él como a su poesía.
PRINCIPALES OBRAS
La Soirée avec monsieur Teste (1896)
La Jeune Parque (1917)
Le Cimetière marin (1920)
Charmes (1922)
Monsieur Teste (1926)
Regards sur le monde actuel (1931)
Discours en l'honneur de Goethe (1932)
Mon Faust (1946)
Corona & Coronilla: poèmes à Jean Voilier (2008)