MISTERIO: LAS GRANDES REPRESENTACIONES MEDIEVALES
El subgénero dramático del “Misterio”, en el contexto teatral europeo, hace referencia a un tipo de drama religioso medieval que, por lo general, ponía en escena pasajes de las Sagradas Escrituras y, con preferencia, de la vida, pasión y muerte de Jesucristo. El significado del término “misterio” (del latín mysterium, “ceremonia”) remite tanto a la ceremonia religiosa de donde proceden en origen las representaciones como al propio espectáculo, una “ceremonia” popular de la que se responsabilizaban determinados gremios profesionales de las principales ciudades medievales. El misterio puede considerarse el punto final de la evolución autónoma del teatro medieval religioso al margen de la tradición grecorromana.
Ya en el siglo X se hallan, en la Regularis Concordia del obispo de Winchester, cuidadosas indicaciones escénicas para la representación del tropo Quem Quaeritis, propio de la liturgia pascual. A partir de ahí, en las fiestas religiosas de Pascua y de Navidad, se va desarrollando la costumbre de poner en escena, de una forma cada vez más compleja, los episodios bíblicos más representativos de la liturgia, musicando, incluso, el texto latino. Al mismo tiempo, comienzan a escribirse las primeras piezas dramáticas, también religiosas, en lengua vulgar, como el fragmento conocido con el impropio nombre de Auto de los Reyes Magos, en realidad una “representación” de origen francés adaptada a la liturgia toledana de la segunda mitad del siglo XII. Hacia el siglo XIII, estas dramatizaciones, cada vez más populosas, comienzan a desbordar el marco de las iglesias y a representarse por las calles. En este sentido, el precedente más inmediato de los Misterios en la dramaturgia medieval europea fueron los Milagros, más breves, sobre hechos y leyendas vinculados con los santos de mayor predicamento, sobre todo entre los siglos XIII y XIV.
Las más antiguas representaciones dramáticas europeas, aunque no pueden considerarse todavía propiamente como “misterios”, son el Jeu de Saint Nicolas, sobre la vida de san Nicolás de Bari, de Jean Bodel en Arras (Flandes) en dialecto picardo, en los últimos años del siglo XII, el Jeu d´Adam (Ordo representationis Ade), escrito en anglonormando para la corte angevina también a finales del XII y el Livre de Jeux de Fleury, piezas latinas recopiladas en la abadía de Fleury, cerca de Orleans, en el siglo XIII. Más tardíos son las Chester Plays, una colección de 25 composiciones dramáticas de más de 11.000 versos escritas en inglés para representaciones callejeras de mediados del siglo XIV . Téngase en cuenta que en estos textos dramáticos el título alude, tanto con la palabra francesa “Jeu” como con el inglés “Play” o el latín “Representatio”, a la condición esencial de la puesta en escena por personas que “se hacen pasar por” personajes de una obra de ficción.
Con el tiempo, las corporaciones de artesanos –los “gremios”, “guildas” o “cofradías”- se hicieron cargo de estas representaciones, que llegaban a durar varios días y se desarrollaban con miles de versos, centenares de actores y decenas de escenarios. De este modo surgen, ya en el siglo XV, los conocidos propiamente como “misterios”, concebidos como una sucesión de escenas dialogadas pensadas para una representación popular, a la manera de auténticos cuadros vivientes puestos en escena por las calles o montados sobre carros a través de la ciudad.
Aunque originalmente en los misterios se ponía en escena historias y leyendas, sobre todo religiosas y en especial la Pasión de Cristo, con el paso del tiempo se amplió la temática por lo que los misterios se clasifican hoy en tres “ciclos” temáticos:
Misterios sagrados: basados en temas bíblicos.
Misterios religiosos: en su mayoría de las vidas de santos.
Misterios profanos: se inspiraban en hechos históricos.
A lo largo de la Baja Edad Media, la representación de los misterios se va haciendo cada vez más compleja y ya en el siglo XV encontramos impresionantes representaciones populares como el Mystère de la Passion, atribuido a Eustache Marcadé, también conocida como la Pasión de Arrás, de hacia 1425, con casi 25.000 versos, representada a lo largo de cuatro días, o el Misterio de los Actos de los Apóstoles, de 1465, de los hermanos Simón y Arnoul Gréban, de 60.000 versos y casi 500 personajes. En los Alpes del Piamonte se representaron Misterios con textos en lengua francesa, como el Mystère du Martyre de Saint-Constance, que duraba hasta tres días con cerca de 10.000 versos y unos sesenta personajes en escena pero en la actualidad solo sobrevive la Passione florentina que se representa en Sordevolo, cuyo texto remite a finales del siglo XV.
Tanto en el continente como en Inglaterra las puestas en escena eran gremiales, es decir, las obras eran puestas en escena por las cofradías de los distintos oficios, disponiendo cada una de ellas de sus escenarios móviles itinerantes. La mayoría incluyen episodios populares como la Creación y la Caída de Adán, El Sacrificio de Isaac, La Resurrección de Lázaro o La Asunción de la Virgen. También destacan algunos por la utilización de la lengua más popular. Esta es una característica que ya aparece en el primer misterio de Jean Bodel y de la misma manera en algunos cuadros ingleses pensados (como el del ladrón Mak y su mujer Gill) para hacer reír a los espectadores.
Ni en Francia ni en Inglaterra sobrevivieron los misterios a la Reforma del siglo XVI pero en la península ibérica, donde ya hay noticias de la representación, en 1380, en la diócesis de Gerona, del Misteri del Martiri del molt gloriós Sant Esteve, se conserva, también en la Corona de Aragón, la pieza dramática de este tipo más importante, el Misterio de Elche, el único misterio medieval europeo representado ininterrumpidamente desde el siglo XV hasta la actualidad y que ha sido declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. También se representa todavía la «Passionspiel» alemana de Oberammengau, en Baviera, de la que se tiene constancia desde el año 1634, aunque los textos originales parecen proceder del siglo XV.