THOMAS MALORY: LA MUERTE DE ARTURO
Aunque hay alguna otra teoría al respecto, en general se supone que sir Thomas Malory escribió su gran obra en forma de un ciclo artúrico con el título de The hoole booke of kyng Arthur & of his noble knyghtes of the rounde table (El libro completo del rey Arturo y sus nobles caballeros de la mesa redonda) mientras que el título con que se lo conoce en la actualidad, La muerte de Arturo, se referiría únicamente al último episodio del conjunto y le habría sido puesto por su primer editor, William Caxton. La obra de Malory consiste en una amplia reelaboración de los principales textos franceses e ingleses de la tradición artúrica, entre los cuales están el Lanzarote-Graal y el Brut de Layamon. El autor habría dado por concluido su trabajo, realizado sobre todo durante su estancia en la cárcel como consecuencia de su participación en la Guerra de las Dos Rosas, en 1469 pero el texto no fue publicado por vez primera hasta 1485. Al morir Malory, la novela se encontraba aún sin revisar por lo que Caxton se encargó de la composición definitiva del texto y su organización en libros y capítulos. Esta primera edición fue tan popular, que, con algunos cambios y añadiduras, fue reimpresa en 1498, y nuevamente en 1529. Sin embargo, en 1934 se descubrió un manuscrito que contenía una versión de La muerte de Arturo que se considera más cercana al original de Malory que el texto de Caxton. A partir de ese año muchas de las publicaciones actuales se basan en esta nueva versión, conocida como manuscrito de Winchester, y se ha desarrollado la hipótesis de que en realidad Malory no escribiera un relato continuo sino una serie de episodios independientes y que la tarea de ensamblar esos episodios fuera otra de las manipulaciones de su primer editor.
Sir Thomas Malory fue uno de los diversos autores, como el valenciano Joannot Martorell, que a finales de la Edad Media intentaron ensalzar la imagen de los caballeros a partir de numerosas fuentes medievales, principalmente textos franceses de los siglos XIII y XIV. La nostalgia y la idealización de la caballería es notoria en toda su obra, pero la característica distintiva de La muerte de Arturo es su estilo, una prosa precisa, breve y escueta que rechaza los simbolismos y alegorías que predominan en otros textos artúricos. Partiendo de un material tradicional rico en historias entrelazadas e interpretaciones místicas, Malory creó una historia novelesca más ágil y dinámica en la cual predomina el realismo, y los pasajes mágicos pasan a ser tan solo complemento de la trama. Malory era un militar, instruido y piadoso, no un estudioso de la leyenda artúrica ni un clérigo moralizante. Por ello prescinde de largas disquisiciones, es sencillo y rápido al describir y conciso en su narración y concentra el impacto dramático en los diálogos de los personajes. Esto marca una gran diferencia con sus precedentes artúricos, que solo sirvieron a Malory como fuentes de información. De hecho, en diversos pasajes de La muerte de Arturo, el propio autor advierte que tomó alguna información de lo que él llama "el libro francés", pero no indica ni es posible asegurar si esta alusión se refiere a una única fuente, como la Vulgata artúrica o si se trata de una colección de libros de caballerías en francés. Por otra parte, se entiende que, cuando Malory recopiló información de fuentes diversas , se preocupó por conciliar las versiones, a veces encontradas, sobre algunos detalles de la leyenda. Sin embargo, su logro fue solamente parcial, pues son notorias varias inconsistencias relativas a detalles sobre los personajes, su interrelación y los acontecimientos que los rodearon.
En los dos últimos siglos La muerte de Arturo ha sido, más que cualquier otra obra del ciclo artúrico, reinterpretada y utilizada como fuente por artistas de diversos géneros y nacionalidades. Pasajes de la obra de Malory fueron adaptados por Lord Tennyson en su obra poética Idilios del rey en 1859, así como en alguna de sus más famosos baladas como La dama de Shalott. Ya en el siglo XX otros autores importantes han intentado recrear también la ambientación artúrica de esta novela, pero con renovado estilo y un humor más moderno, destacando entre ellos John Steinbeck en su obra Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros. Por último, entre las películas que reconocen haberse inspirado directamente en La muerte de Arturo destaca Excalibur, de John Boorman, rodada en 1981.
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