NORMANDÍA: LA CUNA DE LA LITERATURA ANGLONORMANDA
Desde el punto de vista cultural, la relevancia de Normandía en la historia de Europa se prolonga a lo largo de los siglos XI y XII y está ligada a la creación y desarrollo autónomo del ducado de Normandía como consecuencia de los éxitos militares de los vikingos en su expansión por Europa Occidental. El ducado de Normandía fue creado en la primera mitad del siglo X en el estuario del Sena como una forzada concesión de los reyes francos a los invasores nórdicos tras una serie de terribles incursiones fluviales como la que culminó con el asedio de París en el año 885. El establecimiento de población escandinava en uno de los márgenes de la antigua Galia, con completa autonomía en relación con el poder político heredero de Carlomagno pero, al mismo tiempo, progresivamente incorporada al desarrollo común de la Europa medieval, favoreció el desarrollo de un modelo cultural propio que florecería al siglo siguiente.
En la primera mitad del siglo XI el ducado de Normandía se hallaba ya plenamente europeizado. Los normandos habían adoptado una variedad de la lengua romance local como forma de comunicación paralela e incluso sustitutiva de su idioma germánico natal. También habían abandonado su religión ancestral a favor del catolicismo romano y sus producciones artísticas y culturales –arquitectura, decoración, literatura...- se desarrollaban de acuerdo con los gustos del resto de las regiones europeas de su entorno. Sin embargo, desde el punto de vista militar y político, la nobleza normanda había sabido aprovechar las laxas normas de control feudal para mantener su tradicional autonomía. De esta forma, sin que el rey de Francia pudiera controlar directamente el ducado hasta principios del siglo XIII, los normandos fueron capaces, incluso, de fundar varios principados autónomos en diferentes partes de Europa y del Mediterráneo. A nobles normandos se debe la creación del reino de Sicilia en el siglo XI, por ejemplo, e incluso del principado de Antioquía durante la Primera Cruzada.
Pero, para el mundo de la literatura, la principal conquista llevada a cabo por los normandos fue la del reino de Inglaterra tras la batalla de Hastings en el año 1066. Guillermo II de Normandía se convirtió en rey de gran parte de una isla gobernada hasta entonces por los descendientes de los invasores anglosajones del siglo V. La enorme diferencia cultural que había entre los dos pueblos y el hecho de que la ocupación hubiera sido violenta povocaron una fractura cultural profunda entre la nueva élite de conquistadores y los habitantes de la isla. Esa fractura cultural se manifestó, sobre todo, en la lengua utilizada por cada uno de ellos y, en consecuencia, también en su literatura.
Los normandos llevaron a Inglaterra una literatura creada en una lengua romance del grupo de las lenguas de oïl, cercana al dialecto parisino del que procede el francés actual. De acuerdo con los datos que se conocen, entre las producciones literarias normandas destacaban los cantares de gesta y, sobre todo, el Cantar de Roldán, cuyo manuscrito más antiguo no solo está compuesto en dialecto anglonormando sino que fue puesto por escrito en la propia Inglaterra. En la misma línea, los relatos sobre la batalla de Hastings hablan de un juglar normando, Taillefer, que utilizó ese mismo poema para arengar a los soldados del Conquistador antes de la batalla.
Tras la conquista, la corte del rey de Inglaterra era a la vez la del duque de Normandía, por lo que la cultura escrita, en latín y en normando, se desarrolló de forma paralela en ambas orillas del Canal de la Mancha. Las obras historiográficas destinadas a justificar el dominio normando sobre la isla como la Historia regum Britanniae de Geoffrey de Monmouth eran escritas en latín en el entorno real y rápidamente pasaban a difundirse de forma más popular a través de versiones en anglonormando como el Roman de Brut de Wace. Además, atraídos por el cada vez mayor esplendor de la corte, sobre todo tras el acceso a la corona de Enrique II Plantagenet, conde de Anjou, y su matrimonio con Leonor, duquesa de Aquitania, muchos otros escritores importantes, como María de Francia, se trasladaron a la corte normanda para aprovechar su patrocinio cultural.
Frente a esta eclosión literaria anglonormanda, el ámbito cultural anglosajón apenas da señales de vida en estos dos siglos. El inglés de la época carece de manifestaciones artísticas relevantes que hayan llegado hasta nosotros y el mundo de la corte parece haber despreciado este tipo de literatura. Sin embargo, hay que valorar la gran importancia que la época anglonormanda tuvo para la transmisión de los motivos culturales celtas en los dominios del duque de Normandía, primero, y desde allí, por toda Europa. Temáticamente, todo el ciclo bretón sobre Arturo y los caballeros de la Tabla Redonda e igualmente la leyenda de Tristán e Iseo salieron del mundo ágrafo de la cultura celta gracias a los escritores normandos. Pero también determinados modelos genéricos como los lais, cuya expresión más depurada la hallamos en la citada María de Francia, parecen haber sido adaptados de géneros orales previamente existentes en la literatura popular de las dos bretañas. A partir de la obra de Monmouth y de Wace da la impresión de que los escritores normandos pretendiero tender un puente sobre el dominio sajón de la isla conectando directamente el modelo cultural normando del siglo XII con los restos de la cultura celta previa a las invasiones germánicas. Téngase en cuenta en este sentido que una buena parte de la nobleza que acompañó a Guillermo en su conquista de Inglaterra procedía en realidad de la Bretaña francesa y él mismo era descendiente de los duques de Bretaña.
A lo largo del siglo XII y, sobre todo, tras la llegada al poder de la casa de Anjou el papel de Normandía en el conjunto de los territorios del rey fue siendo cada vez menor y de carácter testimonial, aunque el título de Duque de Normandía seguía siendo reservado para el heredero de la corona inglesa. Por último, la torpe política de Juan I a principios del siglo XIII le llevó a enfrentarse en varias ocasiones contra su señor feudal, el rey Felipe II de Francia, hara su derrota total en la batalla de Bouvines en el año 1214. La derrota del rey inglés supuso el desmembramiento del Imperio Angevino, el retorno definitivo del ducado de Normandía a la corona de Francia y la retirada los Plantagenet al otro lado del Canal. A partir de ese momento, Normandía dejó de tener una evolución cultural independiente y pasó a depender por completo de la historia de Francia. [E.G.]