SIGLO XV: A LAS PUERTAS DEL GRAN CAMBIO

     El siglo XV europeo es una centuria de transición. Por un lado, nos encontramos ante unas manifestaciones culturales en toda Europa de características típicamente medievales en el ámbito de las artes plásticas e incluso de la literatura mientras que en determinados territorios privilegiados y en cierto tipo de ambientes avanzados podemos percibir ya con toda claridad los nuevos gustos del Renacimiento que solo se impondrá en el siglo siguiente.

     Italia es en este sentido una región claramente avanzada en este momento y en ella, tanto en la corte papal al principio del siglo como en el reino de Nápoles en la segunda mitad, los intereses culturales renovadores de los humanistas se imponen definitivamente. Es la época de los grandes redescubrimientos filológicos como el De rerum natura de Lucrecio o del triunfo de la crítica textual al servicio de la ideología política como la refutación de la Donatio Constantini por parte de Lorenzo Valla. En este mismo sentido, la obra literaria de los grandes maestros italianos del siglo XIV, Dante, Petrarca y Boccaccio, queda canonizada como modelo de estética y comienza a ser valorada como un nuevo referente para la creación literaria no solo en su lugar de origen sino sobre todo en la península ibérica y en Francia e incluso en Inglaterra (Chaucer). Nos encontramos así con una nueva cultura de prestigio que, además de establecer netas diferencias con los modelos medievales anteriores, va a buscar su propia justificación cada vez más en la recuperación de unos modelos “clásicos” de la Antigüedad grecolatina. Sin embargo, esta nueva modalidad cultural va a seguir durante todo el siglo XV demasiado vinculada a sus orígenes italianos, por lo que no podrá imponerse todavía a la cultura medieval tradicional bien consolidada en toda Europa desde los siglos precedentes.

     Por ello el siglo XV sigue siendo todavía un siglo de grandes logros y desarrollos de la cultura medieval. En arquitectura, por ejemplo, el gótico continúa evolucionando en su fase “barroca”, el gótico flamígero, con importantísimas producciones en Flandes, Inglaterra o Castilla. En literatura, las farsas religiosas de origen popular alcanzan su máxima expresión en este siglo, al igual que la lírica culta cortesana de Carlos de Orleans o de los cancioneros castellanos; igualmente, la prosa literaria derivada de los cantares de gesta sigue volcándose en las inmensas novelas de caballerías que proliferan por toda Europa como la Mort Artus inglesa o el Tirant catalán.

     Así pues, en general el siglo XV es un siglo típicamente medieval en el conjunto de Europa por más que ya incube en su seno los procesos culturales que al generalizarse en el siglo siguiente harán que cambie por completo la mentalidad de los europeos. [E. G.]